lunes, 16 de septiembre de 2013

Capítulo 14: Difícil.


—¡Mi amor!—Exclama una Deborah emocionada mientras abraza a su hijo y yo me veo obligada a hacerme a un lado.

Náuseas. Náuseas. Náuseas.

—Yo… tengo que…—Balbuceo mientras me pongo la mano en la boca y salgo corriendo al baño de visitas. Taylor observa mis movimientos y cuando cierro la puerta escucho su voz.

—¿Qué hay, mamá?—Dice mientras que yo vuelvo un asco el retrete. El Sr. Daniel me odiará.

—¿Por qué no viniste a almorzar?—Pregunta Deborah con su melodioso todo, el tono que sólo utiliza para hablarle a Makena y a Taylor.

—Porque… ¡Porque les tengo una noticia!... pero, ¿Me guardaste comida, no? Candy y yo morimos de hambre—Dice en un tono más alto para que yo escuche y vomito un poco más.

Después de limpiar el retrete y lavarme los dientes, me quedé un rato sentada en el piso. ¿Cómo tomarían “la noticia”? ¿Qué les diría Taylor? ¿Les contará que me trata como si fuera su mujer? Tal vez que vamos a vivir juntos… ¿Y si dice que ese hijo no es suyo? —¡Joder!—Exclamo para mi sola.

—Cariño, ¿Estás bien?—Dos golpecitos y luego la puerta se abre. ¿Entonces para qué coños tocó? —¿Qué haces tirada en el suelo?

Me ayuda a levantarme—Sólo admiraba la baldosa, idiota—Murmuro mientras me echo una ojeada en el espejo, miro el reflejo de Taylor mientras rueda los ojos.

—¿Todavía estás nerviosa?—Pregunta mientras me abraza por detrás y junta sus manos en mi pansa.

—¿Qué les dirás, Taylor?—Pregunto mientras el mencionado arruga la frente, ahora le molesta que le llame por su nombre.

—Sonaría más bonito “¿Qué les diremos?”, ¿No crees? —¿Acaso importa lo que crea?—Pues, podríamos decirles que esperamos un bebé, que vivirás conmigo, que tienes 3 semanas de embarazo y que ahora, oficialmente, haces parte de la familia Lautner—Siento que mojo mis pantis, tanto de la emoción por lo dulce que es, que por lo seguro que está de confrontar a sus padres por esta locura.

—Te quiero—Susurro mientras me doy la vuelta y le beso los labios. Pero entonces mi burbuja se rompe cuando escucho los saltos y gritos de Makena cuando se da cuenta que su hermano está en casa. Lo encierro en un abrazo y luego salgo del baño, pero Taylor sale detrás de mí y busca mi mano, lo que para los ojos de Makena es nuevo y realmente sorprendente. La entiendo.

Me mira, mira a su hermano, mira nuestras manos. Yo, Taylor, las manos. Yo, las manos, Taylor. Taylor. Yo. Manos.

—¡Para ya! ¡Que me volverás loca!—Exclamo mientras ruedo los ojos e intento soltar la mano de Taylor, pero no me deja.

—¿Ustedes…?—No termina su frase. Manos, Taylor, yo—¡LO SABIA!—Pega un grito que mis tímpanos amenazaron con reventarse, y entonces, saltos. Saltos, saltos, saltos—Te lo dije—Dice emocionada mientras me arranca del lado de Taylor encerrándome en un sofocante y brusco abrazo.

—Make…—No alcanzo a decir su nombre por completo, el mareo llega en segundos y Taylor me quita a Makena de encima.

—Compórtate, señorita. Candy está un poco delicada—Le dice Taylor en tono regañador mientras me pregunta con la mirada cómo me siento. ¡Por favor! Ni que me hubieran hecho quién sabe qué cosas.

—Estoy bien, no pasa nada—Digo mientras levanto las manos a la defensiva—Sólo fue un simple mareo—Deborah sale de la cocina enfadada. ¡MIERDA SANTA! Miro a Taylor alarmada y éste intenta tranquilizarme con otra mirada mientras intenta llegar a mi lado.

—¿Por qué no van a comer? Dijiste que tenían hambre, Taylor Daniel—Después de unos segundo, me doy cuenta que estaba hiperventilando. ¿Estaba enojada porque no comíamos?

¿En qué momento se me había olvidado cómo era Deborah?

—Íbamos en camino, mamá—Contestó un Taylor a la defensiva, luego entrelazó nuestras manos, tragó y volvió a hablar con una voz más gruesa—Debemos decirles algo, ¿Papá está?—Mi estómago se contrajo, pero ya no tenía ganas de vomitar. Me sentía vacía por dentro ¡Lo admito! Tengo miedo y vergüenza.

—¿Pasa algo?—Deborah mira nuestras manos y siento que me estoy muriendo lentamente, me estoy derritiendo como un chocolate en el bolsillo de atrás.

Suspiro—Pasan muchas cosas, señora Deborah—Contesto con un hilo de voz.

—¡HAY GATO ENCERRADOOOOOOOOO!—Grita una Makena más que emocionada y entra a la cocina de salto en salto. ¡Qué hará un salto triple si sigue así!

—Hemos hablado muchas veces del “señora”, Candy. Sabes que eres como de la familia—¡Vergación! Una corriente eléctrica pasó por mi columna. ¡Por favor, que las cosas no salgan mal!

—¿Papá está?—Pregunta Taylor mientras me estrecha la mano dándome apoyo.

—Claro que sí—Contesta un Deborah algo emocionada—Ustedes vayan a comer mientras lo saco de su lugar feliz—Dice mientras se dirige al garaje.

—¡Ay, Taylor!—Exclamo con un hilo de voz. Taylor me abraza y yo empiezo a hiperventilar… sollozo—Estoy asustada—

—Tranquila, cariño—Me encierra más en sus brazos, ahora soy cariño de nuevo. Makena se asoma con un trozo de pan en la boca y nos pica un ojo, contenta.

—Esto estará mal, muy, muy mal—Murmuro mientras entra a la cocina de mala gana. De repente, se me ha quitado el hambre.

—¡Serás pesimista!—Me dice un Taylor juguetón.

—Seré de todo, Taylor. Pero esto no está bien y yo te he metido en esto—Me senté en el puesto que he llevado en esta familia por dos años y Taylor en vez de hacerse en su lado habitual al lado de la silla de su padre, se sienta al lado mío y me da un apretón en la mano.

—Yo quise meterme en esto—Susurra mientras se acerca y me da un beso en el cabello. ¡¿Qué no le importa que Makena esté aquí?! Se escuchan las risitas de Makena y cómo se estira en la mesa para coger otro panecillo.

No, realmente no le importa—¡Vaya dos!—Exclama Makena desesperada de guardar silencio—¡Qué se lo traían bien escondido, par de tórtolos!—Si, realmente, le importaba un bledo.

—Ja, ja, ja—Consigo decir sin saber qué responder.

—¡Hey, hijo! —Siento la voz del Sr. Daniel a mis espaldas y la piel se me pone de gallina.

—Papá—Responde tono en el mismo tono y se levanta a abrazarlo. Giro la cabeza y puedo ver como el Sr. Daniel mira extraño el sitio de donde se ha parado Taylor y cuando dirige su mirada a mí, le regalo una de mis mejores sonrisas junto con un “Hola, Sr. Daniel”

—Te he dicho muchas veces que no me digas así, Candy. Eres de la familia—Mi corazón para por un momento y cuando Makena me pellizca, vuelve a latir.

—De hecho, de eso hablaremos, papá—Contesta Taylor y el vacío en el estómago vuelve. Estoy demasiado nerviosa.

Taylor se sienta de nuevo a mi lado y me sujeta la mano de nuevo. Daniel y Deborah se miran extrañados y se sientan en sus lugares. Sujeto la mano de Taylor y me dejo desvanecer ahí mismo.

—Como le decía a Makena, les tenemos una noticia y pues, no sé qué decir. Estoy emocionado y espero que ustedes también lo estén por mí, además de apoyarme…

Simplemente, no aguanté más, quería que toda la mierda acabara rápido y no lo dejé terminar—Estoy embarazada—Digo con un hilo de voz y me siento como una niña inmadura que se deja embarazar de su novio de 19 años solo para que no la deje.

—¡¿Estás qué?!—Exclama una Deborah más que sorprendida.

—Está embarazada—Responde Taylor con firmeza y a Makena se le cae el panecillo que tenía en la boca.

—¿Y es tuyo, Taylor?—Pregunta Daniel con su voz firme, haciendo que caiga más en la silla.

—Sí, papá, es mío. Es un nuevo Lautner… de hecho, ella también hará parte de la familia…—De nuevo, no me siento capaz de dejarlo terminar.

—Me voy a vivir con Taylor—Murmuro y es Deborah la que responde.

—¡¿Qué tu qué? —¡JODER! ¿A qué se debe todo esto? Ella fue la que nos juntó en el estacionamiento del centro comercial. Entonces, ¿Por qué tanta mierda?

—Estarán bromeando, ¿No?—Dice Daniel y Makena todavía está en shock.

—No, la verdad, no—Consigo decir—Todo esto ha pasado y pues, sólo esperamos su aprobación. Sé que es un poco difícil, pero no imposible. Y así ustedes digan un NO rotundo, nosotros seguiremos con nuestros planes, pero…—

—¿Y qué esperabas, Candy? Realmente me decepcionas, podría esperarlo de cualquiera, pero no de ti. ¡Por Dios!—Deborah me interrumpe—¡Qué eres como mi hija y no me emociona el hecho de que te hayas dejado embarazar! Si me lo hubieras consultado, esto jamás hubiera pasado. Y tú, Taylor. ¡Tú! ¿Qué no te he criado bien? Siempre te dije que no embarazaras a una chica antes de terminar tu carrera universitaria y ¡Mira! Es lo primero que haces. ¡Qué estoy decepcionada de ti también! Agradece, ¡AGRADECE! Que a la que embarazaste fue a Candy y no a otra chica que no consideremos de nuestra familia y AGRADECE que esta es una buena familia que está dispuesta a apoyarlos—¡Qué por poco y le grita que es un hijo de puta, joder!

—Tal vez los apoyarás tú, pero yo no aprobaré esto. No fue lo que te enseñamos, Taylor. Si tu mamá está decepcionada, yo estoy el triple. Esto no está bien… no has terminado tu universidad y el futuro de nuestra empresa está en ti. ¡Qué has metido la pata hasta el fondo! ¿Cómo has sido capaz de embarazar a una chica? ¡¡Qué tiene 14 años!! ¡Dios! —Y tenía que recordarme la edad. ¡Joder, que le diga que es un hijo de puta de una maldita ves!

—¡Está bueno de todo esto! —Exclamo exhausta—Taylor no tiene la culpa… yo…—Iba a meter la pata hasta el fondo y Taylor no me dejó.

—¡Claro que tengo la culpa!—Más mierda en camino—Fui yo el que te pedí que viniéramos. Sabía que no entenderían y sólo te estoy haciendo pasar un mal momento. Discúlpame—Me pidió mirándome tiernamente y dándome un beso en la frente, no le importaba que toda su familia lo estuviera viendo—Y ustedes. Mamá, ¡Por favor! Es Candy, la conoces. ¡Eres mi mamá! Sabías que estaba interesado en ella, sabías que me gustaba hasta la médula y me ayudaste a poder hablar pacíficamente con ella. ¡Me diste consejos para tratarla y enamorarla!.. —

—¡Pero no te pedí que la embarazaras!—Le responde su mamá.

—¡Eso no importa, mamá! No importa. Fue algo que pasó y yo me haré responsable de mis actos. ¡Que la amo y con ella me quedaré toda la vida! El que esté embarazada no es un problema—¿Taylor le había pedido consejos a su mamá para hablar conmigo? ¡Santa vaca! Eso nunca me había pasado por la mente—Terminaré mi universidad, existen clases virtuales. Y papá… si tú me dejas, seguiré siendo el futuro de nuestra empresa. ¡No he metido la pata! Ustedes están más con ella que yo, ¡¿Creen que es una niña de 14 años?! ¡Qué no, joder! No salgas con ese cuentico ahora. Queríamos su apoyo, eso era todo. Pero como siempre, mi mamá es compresiva y tú… al parecer, debemos hacerte reverencia y de mí no lo esperes esta vez. Estaba ilusionado con que me felicitarías, pensé que también creías que había encontrado a la mujer correcta y sigo tus pasos de crear una buena familia. Pero solo vez lo malo y tranquilo, te preocupa más la empresa que la felicidad de tu hijo; así que no te preocupes, tu empresa marchará de maravilla cuando yo termine la universidad—Mi mandíbula cuelga, ¿De veras ha dicho todo eso? ¡Me ama! ¡ME AMA!—La comida estaba deliciosa, mamá. Muchas gracias. Nos veremos luego—Se levanta de la silla y espera a que yo lo haga.

—Pero…—Murmuro indefensa. No quería irme, tenía hambre y ni siquiera habíamos mirado los platos.

—¿Tu mamá lo sabe?—Me pregunta Deborah.

—¿Acaso eso importa?—Pregunta un Taylor exasperado.

—Está en un Hospital Mental—Contesto mientras me levanto con dificultad.

—¡Por Dios!—Exclama Daniel—¿Ella está bien? —Pregunta alarmado.

—Sí, ella está bien. Sólo que… está loca—Contesto como si fuera algo normal.

—¿Podemos irnos, Candy?—Me pregunta Taylor de nuevo.

Miro a Makena que todavía no se hace a la idea.

—Eso creo. Hasta luego, y gracias por tanta comprensión—Me atrevo a ser sarcástica. Agarro la mano de Taylor que me estaba esperando y salimos de su casa. Ya en el auto me desplomo a llorar y Taylor no hace más que acariciar mi cabello. Luego arranca el motor y empieza la marcha.



—Candy, ayúdame a bajarte del auto—Me pide un Taylor moviéndome lentamente para que me despierte. Abro los ojos poco a poco y la jaqueca viene a mí.

—Me duele la cabeza—Susurro mientras siento la boca seca. Me bajo del auto y Taylor me abraza.

—Lo siento—Murmura mientras me llena de besos.

—No tienes por qué—Le digo mientras lo abrazo de vuelta y le beso la mandíbula.

—Claro que sí—Ataca.

—¿Me amas?—Pregunto cuando recuerdo lo que le dijo a sus padres.

—¿Lo dudas? —
—¿Me amas?—Vuelvo a preguntarle.

—¿Lo dudas?—Responde con ese gesto suyo de ‘No lo diré de nuevo’

—¡Sólo responde!—Me exaspero.

—Claro que sí. Amo tus locuras—Me besa y yo me siento mejor.

—A mis locuras, no a mí—Suspiro mientras esperamos el elevador. Taylor ríe.

—¿Qué quieres que haga, Candy?—Murmura mientras deja de reírse.

—Que dejes tu puto orgullo de lado y me digas lo que le dijiste a tu mamá—Digo en el mismo tono que él y me cruzo de brazos de frente al elevador.

Taylor me acaricia los hombros y luego deja caer su peso en mí apoyando su mentón en la curva de mi cuello.

—Te amo, Candy—Susurra en mi odio haciendo que sienta un leve cosquilleo—Te amo. Te amo. Te amo—Repite mientras me encierra en sus brazos.

Me aferro más a él.

—¿No te parece que son palabras muy fuertes?—Le pregunto inocente mientras cierro los ojos y disfruto el momento.

—Acorde al sentimiento—Murmura—¿Tú no me amas?

—Es muy rápido para esto… pero, ¿Cómo no amar a la persona que se jugó toda su familia por mí?—Le cuestiono mientras me giro para mirarle la expresión—Es obvio que te amo. Te amo. Te amo. Te amo—Consigo sacarle una enorme sonrisa que me hace sonreír a mí también y las pocas personas que salen del elevador nos interrumpen.

Subimos al elevador y Taylor oprime el botón. Me recuesto en su espalda y vuelvo a cerrar los ojos. Todo pasó tan rápido… no tuvimos tiempo de una primera cita y ya estamos esperando un bebé… bueno, yo estoy esperando un bebé. Taylor… quisiera que fuera de Taylor.

—Es mío. Ese bebé es mío—Murmura Taylor para sí, pero yo logro escucharlo. ¿Estaba pensado en lo mismo?

—No lo es. ¡Ay, cielo! Yo no quería meterte en este problema… sólo tenías que hacerme el favor de firmar esos tontos papeles y ya—Le hablo tiernamente aún con los ojos cerrados.

—Pues, tienes que ir haciéndote la idea de que sí es mío, ¿Qué te pasa, Candy? ¿Desde cuándo un bebé es un problema?—Se mueve lo que hace que abra los ojos rápidamente y me pare erguida.

—Pues el que tiene que empezar a hacerse la idea serás tú. ¡Que no te había dicho nada y ya estabas repitiendo que el bebé era tuyo! —¡Santa vaca! ¿Lo había dicho?

Taylor me miró sorprendido y abrió la boca, pero nada salió. Yo tenía razón. Las puertas del elevador se abrieron y primero salí yo, esperé a que Taylor abriera la puerta y entré directo al living. Dejé el bolso en uno de los sillones y luego entré a la cocina a tomar agua. Sentí como Taylor tiró las llaves en la mesita al lado de la puerta y luego caminaba a zancadas al living.

—¿Quieres agua?—Pregunté tímidamente mientras asomaba la cabeza por un lado para observarlo.

Silencio.

—¿Quieres agua?—Vuelvo a repetir.

El sonido de grillitos resonaba en mi cabeza.

—¡¿Tengo la razón y sólo te dedicas a ignorarme?! ¡Wow! ¡Buen comienzo, Sr. Lautner!—Hablo un tono más alto—¡Ignórame, idiota!—Exclamo eufórica y cierro el refrigerador de golpe.

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