sábado, 22 de septiembre de 2012

Capítulo 1: Recapitulando.



Yo soy Carlie ___(tn) Lautner Facinelli. Soy la hija menor, la consentida, todo gira a mi entorno. Bueno, y Laura la hija de Jackson y Catherine me acompaña en el mundo de las consentidas cuando nos reunimos la familia completa. Mis abuelos, mis tíos y sus esposas y la familia del padrino de Daniel.

Daniel…Él es el mejor hermano que pueda tener, apenas nos llevamos un año y pocos meses de diferencia, pero su contextura hace que se vea unos tres años mayor que yo. Yo tengo 15 y él tiene 16, parezco de 18 y él parece de 21. Sí, es algo gracioso.

Para Daniel tener una figura que haga derretir a las chicas es primordial, es un casanova y pues, yo le ayudo con eso. Vive en el gimnasio con mi papá y mi tío Kellan, dice que para cuando esté en la edad de ellos tendrá el mismo cuerpo. Por cierto, parece como si papá y Kellan nunca envejecieran. No sé si es por tanto ejercicio pero los putos años no se les ve. Ahora viene mi tío Jackson, tiene a su hijita Laura muy hermosa y es 6 meses menor que yo, pero ella si es una niña muy niña que no sabe como es que se disfruta la vida. Mi tío Jackson ha intentado cagarme la vida contándole a Daniel cómo era que él jodía tanto a mí mamá y todo lo que había pasado. También le aconsejaba que me cuidara obsesivamente de la misma manera y Daniel a veces lo intentaba, pero cuando veía que mis papás y yo le caíamos encima, se arrepentía y volvía a ser el mejor hermano del mundo.

Mis abuelos, Derek y Charlotte tienen una casa inmensa en Malibú, enseguida de ellos, en otra casa jodidamente grande vivían mis abuelos Carlisle y Nataly. Están viviendo un poco apartados de nosotros, porque desde hace 5 años se dedicaron a no trabajar más y llenarse de buena vida. Mi abuelo Derek dejó a cargo a mi papá de todas las empresas Humbolt y mi mamá quedó con el negocio de mis abuelas junto con Ashley y Catherine. Lule decidió trabajar de psicóloga de los estados y viaja demasiado. Es la única que no ha seguido en nuestra familia.

Nosotros, mis papás, Daniel, Kellan y Ashley; Jackson, Catherine, Laura y yo. Vivimos en Los Ángeles, California. Pero tenemos periodos en los que vamos a Malibú a una de sus casas o todos viajamos a la casa en la playa privada que tenemos en Manhattan, Los Ángeles.  Sí, es privada y es virgen. Sólo está la enorme casa que construyeron mis abuelos con ayuda de mis tíos y papá. Humbolt ha dado un buen dinero para la familia y la tradición de las mujeres con los diseños también. Tengo una vida demasiado estable  y no tengo quejas de absolutamente nada.


Ya habían pasado como 10 años en los que nos reuníamos e Ian no iba, sólo llamaba y se reportaba excusándose con el trabajo. Victoria nos enviaba cartas disculpándose por faltar a los encuentros y hoy era el día en que todos viajaríamos a Manhattan a ver por primera vez en 10 años a Ian y Victoria. Ellos nos decían que tenían una sorpresa, pero nadie tenía la más mínima idea de qué era lo que tanto escondían.

Fue cuando los destellos de sol empezaron a asomarse por mi ventana cuando bostecé intentando conciliar el sueño. No recordaba por absoluto que debíamos viajar hoy, mamá entró al cuarto y se recostó a mi lado.

—¿Cómo amaneció mi princesa?—Me preguntó mientras acariciaba mi cabello y se metía dentro de mis sábanas.

—No he amanecido—Respondí con la voz demasiado ronca.

—Recuerda que nos vamos a Manhattan—

—¿Estás nerviosa?—Le pregunté mientras intentaba que mi voz volviera a su estado normal.

—¿Por qué nerviosa?—Preguntó asombrada.

—Verás a Ian luego de 10 años. De todo lo que me haz contado algo debes de sentir por él, ¿No?—Le pregunté curiosa mientras me sentaba en la orilla de la cama.

—¿Cómo crees eso? Algo llegué a sentir por él, pero tu papá ganó en aquél sentimiento y todo por Ian desapareció—Me habló muy sincera. Me parecía embuste, pero por su cara sabía que debía creerle.

—Tienes una historia de mierda—Solté risitas. Siempre le bromeaba con eso.

—Escuché eso—Dijo papá mientras entraba a la habitación y me cogía cargada. El mundo me dio vuelta, papá me tenía colgando y me dio unas nalgadas mientras reía—La historia de tu mami y yo no es de mierda—Se quejó mientras me soltaba.

—Estoy mareada—Me tuve la cabeza como si se me fuera a caer y ellos se preocuparon—No pasa nada, taraditos—Me reí de ellos—Apenas me levanto y mi papá me revuelca, ¿Cómo no quieren que me maree?—

—¡Tonta!—Me soltó papá y se quedó sentado al otro lado mío.

—Su historia es bonita, ¿Ya se los había dicho?—

—Los dices cada mañana—Mamá rodó los ojos.

—Carlie, cuando tú rodas los ojos, eres totalmente idéntica a tu mami. ¿Ves que no digo mentiras?—Todos nos echamos a reír. Ya era costumbre que en la mañana tuviéramos conversaciones similares.

—¿De qué se ríen?—Preguntó Daniel mientras bosteza recostado en el marco de la puerta.

—¡Peluchito!—Exclamé mientras me tiraba en sus brazos.

—¿Cómo está la reina de esta casa?—Empezó a consentirme mientras yo le sonreía como beba pequeña.

Papá y mamá estaban abrazados mirándonos a nosotros.

—Creo que hicimos un buen trabajo—Murmuró por lo bajo mamá.

—Siempre lo hacemos—Papá siempre alardeando.

—No sean pend…—Daniel me tapó la boca.

—¿A qué hora nos vamos?—Preguntó mientras yo intentaba zafarme de sus brazos anchos.

—Dentro de una hora debemos estar junto a Kellan y Ashley—Respondió papá mientras miraba el reloj.

—Ok, ya nos alistaremos—Daniel no quería soltarme así que le mordí la mano—Auch—Se quejó.

—Eso te pasa por no soltarme—Le saqué la lengua.

—Pues mira lo que te va a pasar por haberme mordido—Salí corriendo en dirección al baño de mi cuarto, lo que me haría no era nada bueno. Si yo lo mordía él me devolvía un mordisco peor y ahora no quería eso.

Llegué al baño con ventaja y le pude echar llave a la puerta. Escuchaba risas por doquier y luego todo se quedó en completo silencio. Me desnudé y me miré en el espejo. Siempre lo hacía para ver que cambiaba en mi cuerpo y cada día me emocionaba más. Dicen que la belleza física no importa mucho y es verdad, pero estaba jodidamente contenta con mi físico. A mí me gustaba no sabía que pensaban los demás.

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