jueves, 13 de diciembre de 2012

Capítulo 7: El gran día.


Me desperté a las 6am de lo increíblemente ansiosa que estaba. Después de estar unas horas intentando que el sueño volviera a mí y la ansiedad se fuera... Podía hasta pensarlo de una manera irónica, jamás lograría calmarme. Bajé a darme una ducha para luego buscar ropa informal como una blusa holgada con unos shorts desgastados y unas sandalias.

Mientras miraba el equipaje que llevaría me di cuenta que debía llevar maquillaje para cada ocación, desde la más sencilla hasta la más elegante. Me levanté de la cama y empaqué en el neceser donde llevaba mis implementos de aseo eché todo el maquillaje que tenía, hasta el más nuevo que no me atrevía a estrenar. Cuando estaba poniendo el neceser en la cama sentí que alguien subía las escaleras.

-¿Amber?-Preguntó mamá.

-Estoy despierta-Susurré mientras llegaba a su encuentro. Esta tenía los ojos rojos e inflamados de tanto llorar-Mamá-Dije mientras la abrazaba fuerte y lloraba con ella. Así nos quedamos unos cuantos momentos, llorando en silencio.

Después de limpiarnos la cara y sacudirnos la nariz la acompañé a hacer el desayuno. Mientras que cada uno se despertaba. Cuando el desayuno estuvo listo todos nos sentamos en la mesa y rezamos antes de meternos un bocado a la boca.

Mientras comíamos me di cuenta que Paula estaba impaciente por irse a su cama de nuevo y mi hermano no se quería perder su partido de fútbol que tenía dentro de unos pocos minutos. Los únicos que quedamos en la mesa eran mis padres y yo.

-¿Qué quieres hacer?-Preguntó papá mientras ponía los cubiertos en la mesa.

-Quisiera acostarme-Le pedí y como dije, los tres caminamos hasta su cuarto y nos acostamos en su cama. Estaba en la mitad de ambos, acurrucada como si fuera a encogerme mientras era abrazada por los dos. Unos momentos después me quedé dormida y cuando me desperté estaba completamente sola y el reloj en la mesita de noche marcaban las 11:30am.

-¡Maldición!-Murmuré mientras gateaba hasta la esquina de la cama y me ponía las saldalias. Llegaría tarde, debía estar en el puerto a las 12:00 en punto.

-Amber, llegaremos tarde-Dijo mamá mientras le daba unos golpecitos a la puerta.

-Ya voy-Dije mientras salía corriendo escaleras abajo. Cuando estaba terminando las escaleras recordé las maletas y me devolví a "mi cuarto".

Cuando llegué ya no estaba el equipaje, sólo estaba mi neceser en la cama. Lo recogí y volví a bajar. Cuando cerré la puerta de la casa me di cuenta que papá estaba echando mi equipaje en el baúl.

-Llegaremos tarde-Dijo mientras me hacía ademán para que subiera al auto mientras mamá se hacía en el asiento del copiloto. Me acurruqué en el asiento trasero mientras papá conducía acelerado hacía el puerto.

Perdí la noción del tiempo. Sólo fui consciente de que papá estaba apresurado sacando las maletas del baúl y llevándolas al gigantezco crucero. Alguien le impedía el paso y papá le entregó mis papeles para poder dejar mis maletas en el dormitorio que me tocara. Miré al frente y vi el auto del señor Perotti. ¿Marcelo llegando tarde? Salí del auto con mi neceser para encontrarme con él.

-¿Tú llegando tarde?-Le pregunté mientras ladeaba la cabeza.

-No-Dijo sonriendo-Mi equipaje ya está adentro-Me enseño el brasalete de papel color azul cielo-Es para poder salir y esta es la llave de mi dormitorio-Me la mostró-Me tocó en el 217, la segunta planta, uno de los mejores dormitorios-Luego giró el llavero para mostrarme el número-¿Sabías que los dormitorios son mixtos? Todavía no ha llegado mi compañera-¿Qué cosa? Sentí una pequeña oleada de celos para que luego los sustituyera el miedo. Compartir dormitorio con un hombre totalmente desconocido me hacía estremecer.

-¿Mixtos?-Pude preguntar cuando encontré mi voz. Esperaba como nunca que él hubiera hecho movimientos con su dinero y me tocara compartir dormitorio con él.

-¿Sabes en cuál te tocó?-Me preguntó-Ojalá y no quede lejos del mío para hacerte visitas constantes-¡¿En serio!?! Miré el auto y mamá no había salido. Ella no quería salir.

-Sostenme aquí un momento-Le pedí mientras le entregaba el neceser y caminaba de nuevo al auto. Me dije que bajara del auto para poderme despedir de ella, no quería que me soltara de su abrazo y luego entró apresurada al auto llena de lágrimas mientras papá mr hacía girar para ponerme la misma pulsera de papel que llevaba Marcelo.

-Te amo, princesa-Dijo mientras depositaba la llave de mi dormitorio en mi mano y luego me daba un beso en la frente para después montarse al auto y desaparecer. Limpiándome las lágrimas volví donde marcelo.

Marcelo pasó un brazo por mis hombros y los dos caminamos por la rampa que conducía al crucero. El señor vestido de marinero que revisaba las muñecas de los adolescentes me pidió que le enseñara la mía.

-Tu pulsera también es azul...-Dijo Marcelo y yo intenté regalarle una sonrisa. Quería a mi mami-Los que tienen pulseras azul cielo son los que duermen en la segunda planta. ¿Qué dormitorio de tocó?-Volvío a preguntar aún abrazándome por los hombros, pasé mi mano por su estrecha cintura mientras le entregaba la llave que me había dado papá. Marcelo las recibió y volteó el llavero. Ahí estaban los números que quería 217. Sonreí llena de lágrimas.

-¿Ya lo sabías?-Le pregunté mientras lo miraba a la cara.

-No...-Dijo aún desconcertado-Iba a ordenar hacer unos cambios, pero...-

-¿No fuiste tú con tu dinero?-Le escupí mientras subíamos a la segunda planta del crucero. Ya habíamos pasado por una sería e piscinas, un salón con comedores y dormitorios.

-No, pensaba hacerlo cuando me di cuenta, pero no tuve tiempo-Se encogió de hombros.

-¿No me querías en tu dormitorio?-Lo mire horrorizada, se me dio muy bien.

-¿Cómo crees eso?-Dijo alarmado y estallé en risas mientras me limpiaba las mejillas.

Llegamos al dormitorio y mis maletas estaban revueltas con las suyas. Era linda, adornada con corales y otras cosas de mar. Las camas eran dobles, pensé que sería litera. Tenian sólo dos mesitas de noche, una en cada extremo de las camas y las colchas de las camas eran degradadas en azul. Igual que las paredes, totalmente hermosas y cuando toqué una era autético hierro.

-Me gusta este color-Dijo Marcelo sacándome de mi fascinación por el dormitorio-Pero de haber sabido que los dormitorios eran mixtos y que lo compartiría contigo hubiera escogido la tercera planta, rojo-Rojo pasión. El rubor llegó a mis mejillas.

-Tampoco sabía que los dormitorios eran mixtos. Cuando me dijiste estaba asustada, no quería compartir mi dormitorio con un tipo desconocido-Le hice una mueca-Por primera vez deseaba que intervinieras con tu dinero como lo haces de costumbre-

-¿Me querías contigo en tu dormitorio?-Preguntó asombrado y complacido de que yo quisiera tal cosa.

-Sí...-Me sonrojé de nuevo.

-Hay un problema-Dijo mientras se sentaba en una de las camas. El colchón era de agua y se movió mientras él se sentó-Este es mi dormitorio, yo llegué primero-

-No te atreverás-Lo miré pícara-Yo soy la mujer-Me quejé mientras corría y me tiraba encima de él haciéndolo caer de espaldas a la cama y brincando del movimiento que provoqué en el colchón. Empezamos a reír mientras él me dio un beso en el cabello y luego nos paramos a ordenar las maletas en cada lado de las camas y acomodando los zapatos en los pequeños armarios que habían en cada extremo del dormitorio.

-Ya estamos en mar abierto-La voz masculina salía desde un pequeño parlante que estaba encima de la puerta. ¿Estábamos en mar abierto? ¿Por qué no me he mareado? No sentía el movimiento-Esperamos a todos los quinceañeros en la zona de piscinas de la primera planta. Les haremos una inducción del crucero y les daremos las reglas que no se permiten ser quebrantadas-¿Reglas?

-Vamos-Dijo Marcelo mientras me cogía de la mano y me llevaba casi arrastrada a la primera planta. Volvimos a llegar a la serie de piscinas y esperamos que toda la zona se llenase-Se te ven lindos esos shorts-Dijo Marcelo mirándome hacía abajo.

-Ya están desgastados-Dije mientras apretaba mi ingle, me estaba mirando las piernas.

-Eso hace que se vean sexy e interesante-Se encogió de hombros.

-Me estás haciendo sentir algo incómoda-Murmuré mientras miraba a otro lado que no fuera su cara y apretaba más mi ingle.

-Lo siento-Me regaló una sonrisa recargada de disculpa y nos apoyamos en una baranda que había al lado de una jacuzzi y el sitio se fue llenando.

Nos enseñaron el salón de comidas, salones de bailes y ventanitas más corredores que nos daban una maravillosa vista al mar abierto. Subimos a la segunda planta y nos enseñaron más salones de bailes junto con un gimnasio y otra serie de piscinas, los corredores de los dormitorios tenían vista perfecta al mar, subimos a la tercera planta y habían más dormitorios y un sólo salón más grande que los demás y demasiado elegante. También nos explicaron las reglas, la única regla importante para los servidores era quitar cuanto alcohol vieran a algún adolescente. En el crucero estaba totalmente prohibido el licor.

Nos dejaron volver a nuestros dormitorios para seguir admirándolos. Esta vez pude ver la puerta del baño. El baño estaba decorado como el resto del dormitorio. El espejo del tocador era en forma de estrella y había otro aún más grande para cuerpo completo que se debía llevar a alguna parte del dormitorio. Cuando Marcelo estaba acomodando el espejo en el medio de las dos camas volvieron a hablar por el parlante.

-Ya se está cerrando la tarde y queremos darle la bienvenida a todos los quinceañeros con una velada de noche. Por favor vestir de forma formal-Pidió la voz masculina.

-¿Quieres que salga para que puedas bañarte y vestirte?-Preguntó Marcelo mientras se paraba de su cama.

-No es necesario-Me apresuré a decirle-Confío en que no me observarás a urtadillas-Le regalé una sonrisa-Primero me bañaré yo y luego tú-Me metí al baño rápido y me di un duchazo rápido. Me enrollé en una toalla y luego sequé mi cabello. Cuando salía del baño junto con la ropa que me había quitado Marcelo estaba desnudo con una toalla enrollada en su cintura. Me sonrojé y seguí hasta mi cama para buscar un vestido formal.

Escogí un rojo pasión con adornos de rockera, era de una altura decente, pegado al cuerpo y con un escote strapless que dejaba lucir la redondez de mis normales senos. Cogí un juego de accesorios negros y por último escogí unas sandalias en tacón totalmente negras y brillantes como los accesorios. Me delineé los ojos y por último un poco de rímel.

Cuando estaba poniéndome las saldalias Marcelo salió del baño ya vestido de negro con corbata roja, parecida a mi vestido. ¿Cómo....?

-Me gusta tu corbata-Dije mientras me acercaba a él y la apretaba un poco más. Cuando mamá se iba a hacer las compras temprano, yo le ayudaba a papá con la corbata-Mucho mejor... Te vez... Elegante-Le dije mientras lo detallaba bien y cuando llegué a sus ojos vi que su mirada se dirigía a mis caderas y luego a mis senos. Me ruboricé. Pero su mirada decía que le gustaba y eso era lo que yo quería, su aprobación.

-Me dejas sin palabras-Me dijo aún admirándome dentro del vestido.

-¿Te gusta?-Le pregunté mientras daba una vuelta para él.

-Me encanta. Te vez llameante vestida de rojo, me gusta el rojo-<Sé que te gusta el rojo>. Sus palabras llegaron como una oleada de satisfacción.

- ¿Vamos?-Preguntó mientras me ponía su brazo para que lo cogiera. Cuando salimos del dormitorio nos encontramos con varios chicos aún sin organizarse al frente de los dormitorios.


Se me hizo la idea de que eran igual de caballerosos como Marcelo y salieron para dejar que las chicas se organizaran, pero éstas parecían ir a un reinado por lo que demoraban tanto en volver a abrir la puerta. Varias miradas iban a mi trasero cuando pasamos por delante de ellos, me sentí incómoda como es de costumbre. Cuando bajábamos las escaleras salió una chica del último dormitorio con un vestido azul rey, con el diseño similar al de mi vestido rojo y con unos tacones en plataforma demasiado extravagantes.

-Me gusta más el tuyo-Murmuró Marcelo mientras me daba apoyo para bajar las escaleras.

-Por lo que tengo entendido, te gusta el rojo-Le dije mirando las escaleras para no tropezarme y salir rodando.

-Sí, me gusta el rojo. Y en tu piel sienta muy bien, aparte de que el diseño de tu vestido es tan decente y deja tantas cosas a la imaginación que hace que te desee y me imagino que muchos piensas lo mismo que yo. Mientras que esa enseña más de lo que debería y no sabe caminar en tacones altos-No había observado eso. La altura de su vestido era irrespetuosa para una mujer, si se inclinaba le enseñaría su trasero a todo el crucero y el escote de sus pechos era de mangas en forma de V casi hasta llegar al estómago... Parecía vestida con un pedazo de tela y con su caminar tan inseguro.... Puta. Eso es lo que parece.

-Gracias-Dije al fin mientras terminábamos con las escaleras y caminábamos al salón de comidas.

-¿Por qué?-Me preguntó dándome paso para entrar al salón.

-Por hacerme sentir especial, siempre lo haces. Como si te interesase-Le dije mientras nos sentábamos en una de las mesas vacías. Parecía que el retraso era de la segunda planta. Habían varias mesas ocupadas con grupitos de chicos y chicas tomando refresco y riendo mientras encontraban sus cosas en común.

-En realidad, me interesas, Amber-Dijo mientras miraba a su alrededor-¿Te quieres integrar?-Me preguntó mientras llegaba una mesera y nos entregaba los refrescos.

-No, esperemos que ellos lleguen a nosotros-Le guiñé un ojo. Mientras la sala se fue llenando un par de chicos se sentaron en nuestra mesa mientras una chica demasiado tímida se sentaba al otro lado mío. Empezamos nuestra comida mientras una banda cantaba country suave. Estábamos teniendo una básica conversación cuando se me ocurrió preguntarle a la chica su nombre.

-Marley-Contestó aún tímida y dando un sorbo del refresco.

-Qué lindo nombre-Le dije dulcemente y luego ella arrugó su cara. Estaba viendo algo en frente de ella que la enojaba.

-¿Qué pasa?-Le pregunté mientras miraba donde ella estaba viendo.

-Ese es mi novio-Me señaló al chico que estaba coqueteando con la chica de vestido azul-Peleamos antes de llegar al crucero y parece que la está pasando bien con su compañera de dormitorio-Su voz era amarga.

-Que mal nacido-Se me adelantó otro chico a decir, no sabía que estaban prestando atención a mi conversación con Marley-Tú eres más hermosa que esa chica-Le subió el ánimo.

-Sí.... Ehm... El chico tiene razón-La alenté.

-Lo siento-Se disculpó-Soy Damian-Nos saludó con su brazo, ya que estaba al otro lado de la mesa.

-Soy Aubrey-Se animó a decir el que estaba al lado de Damian.

-Yo Marcelo-Dijo mientras nos daba una sonrisa.

-Pues, yo soy Amber-Levanté mi mano como saludo y luego miré a Marcelo.

-Él es tu novio-Dijo Aubrey. Me iba a apresurar a negárselo, pero si hería los sentimientos de Marcelo sería peor. Volví a cerrar la boca-Casi todos los chicos que te vieron mientras hacían el recorrido lo piensan así, le tienen celos a Marcelo-¿Me miraron? ¿Nos miraron?

-La estoy convenciendo de eso-Les dijo un Marcelo picarón mientras me guiñaba un ojo-Es bueno que me tengan celos, se me harás las cosas un poco más fácil.

-Que tierno-Se atrevió a decir Marley.

-Realmente lo es-Le susurré mientras de nuevo, se consumían en una conversación de lo que harían cuando llegáramos a Alaska que sería nuestra primera parada. Aubrey y Marley estaban tan entretenidos en su conversación que a ésta se le olvidó que su novio intentaba besuquearse con la tipa que quería a todos sus hombres a sus pies con su vestido de puta.

-¿Se atreverían a un concurso de baile?-Dijo el cantante de la banda deshaciendo mi ensoñación de cómo sería Alaska.

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