miércoles, 15 de mayo de 2013

Capítulo 10: ¿Estoy loca?


—¡¿Qué coño hiciste?!—Le grité mientras buscaba el móvil en mis bolsillos y no lo encontraba. Estaba desesperada y sentía que algo muy malo estaba pasando, aparte de que mi mamá estaba sangrando tirada en el baño. Salí corriendo en busca del móvil cuando lo encontré le di en marcación rápida.

-Llamada telefónica-

—¿Candy?—Preguntó sorprendido.

—¡TAYLOR! Mi mamá—Estaba a punto de explotar en llanto. Sentí como le pegó al freno y el sonido de las llantas quemadas.

—¿Qué pasa con tu mamá, Candy?—Preguntó mientras le echaba reversa.

—Necesita un hospital, Taylor. ¡Está sangrando! ¡NO SE QUE COÑO HACER, AYUDAME!—Le grité mientras lágrimas rodaban por mis mejillas—¿Qué has hecho, mamá?—Susurré antes de colgar la llamada.

-Fin de llamada telefónica-

—¡¿QUÉ HICISTE?!—Volví a gritarle mientras intentaba levantarla del suelo. Rachel sólo lloraba y hacía plegarias de perdón.

Empezaron a dar tumbos en la puerta principal y recordé que había llamado a Taylor. Salí corriendo a abrirle y éste apenas me vio se me abalanzó para abrazarme, pero entre llantos le dije que fuera por mi madre y corriéramos a un hospital. Justo como lo dije, Taylor corrió tras de mí y cogió a mamá en brazos mientras yo le abría paso para que nos fuéramos.

—¿Qué coño has hecho, Rachel?—Susurraba mientras Taylor pisaba fuerte el acelerador mientras seguía escuchando plegarias de perdón—¡Cállate!—Grité harta de escucharla—¡¿Qué mierda has hecho, por Dios?!—Grité asustada mientras Taylor se apresuraba para llegar al hospital. Obtuvimos muchos insultos y pitidos hasta que por fin llegamos y entré gritando como loca que necesitaba un doctor.

Sacaron a mi mamá del auto y sin pensarlo la remitieron a urgencias. Taylor me acariciaba la espalda mientras intentaba contener el berrinche que quería hacer en plena sala de espera.

—Me estoy muriendo, Taylor—Le dije mientras me pegaba las manos al rostro—¿Qué coño ha hecho?—Pegué un grito ahogado y toda la sala giró a mirarme. Taylor avergonzado me cogió de las muñecas y me obligó a quitarme las manos de la cara.

—¡CANDY!—Por poco y me grita—¡Cálmate, mujer! Estás haciendo un escándalo—Me miró fijamente a los ojos en modo de súplica.

—¿No tengo el derecho?—Le pregunté sarcástica mientras buscaba la manera de zafarme de sus pesadas manos—¿Quién sabe qué coño habrá hecho esa mujer? ¡Está embarazada! Y…—Suspiré mientras me deslizaba al lado de la plantita que había al lado de nosotros.

—¿Rachel Bluewood?—Preguntó un doctor con una planilla en mano.

—¡Su hija!—Exclamé mientras alzaba la mano y corría a su encuentro—¿Qué hizo?—Ni siquiera lo dejé respirar.

—Nombre—Preguntó el doctor y por poco le quito la cabeza.

—¿Qué fue lo que hizo ella, Sr?—Volví a decirle insistente.

—Candy Bluewood—Le contestó Taylor mientras me apretaba la muñeca, de nuevo.

—¿Edad?—Preguntó el doctor, de nuevo.

—Ódieme todo lo que quieras, pero necesito saber qué coño hizo mi puta madre. Mi jodida edad no importa ahora—Le dije al Doctor poniéndome histérica y Taylor como siempre estancándome la mano—Hazme el favor y me sueltas, ¿Si?—Dije dirigiéndome a él—Ya ni siento la mano—Se la arrebaté y vi que estaba blanca, ya que la sangre no pasaba.

—Necesito que se calme para poder contarle—Avisó el Doc.

—Estoy calmada, ¿No ve?—En realidad, no estaba calmada.

—Dígale de una vez, doc. No querrá que termine con la mayoría del hospital—Se resignó Taylor. Tenía ganas de echarme a reír, pero me preocupaban los actos de mi madre, y este hijo de puta sólo le daba rodeos sin llegar al grano.

—Su mamá hizo un intento de aborto—La cabeza me zumbaba y sentía que había perdido el equilibrio—Creemos que tiene enfermedades mentales—¿Insinuaba que mi madre estaba loca?—Pudimos retener el proceso de aborto, es usted una héroe al haberla traído a tiempo. Pero tenemos algunos inconvenientes—Hizo una pausa larga.

—¡Hable de una jodida vez!—Exclamé desesperada—¿No ve que estoy calmada?

—¿Quiere una aromática?—Preguntó el Doc. y estaba dispuesta a quemar su bata para que hiciera caso omiso a mis peticiones.

—No quiero un coño, Sr. ¿Cuáles son los inconvenientes?—Le pregunté zapateando mientras Taylor volvía a agarrarme la muñeca.

—Debe cambiar de vientre si quieren al bebé sano. Su madre no está en condiciones para seguir con un embarazo—Mis labios formaron una perfecta ‘O’ mientras mis ojos se salían de las órbitas. ¿Estaba segura de lo que iba a hacer?

—¿Yo soy apta para eso?—Le pregunté al doc. mientras los ojos de Taylor se salían de las cuencas.

—Cand…—Iba a decir, pero volví a hablar.

—Doc, necesito a ese bebé vivo. No puede pagar los errores de mi madre. ¿Puedo o no?—Le pregunté de nuevo. El doctor se acomodó los lentes y de nuevo volvió a la planilla.

—¿Es usted virgen?—Preguntó mientras me miraba por encima de los lentes curioso. ¿Qué debía decir?

—No, no soy virgen. ¿Ya puedo?—Taylor sorprendido posó sus ojos en mí.

—¿No..?—No pudo terminar su pregunta porque le había mandado un manotazo en la entrepierna.

—¿Ha estado embarazada? —

—No, si puedo seguir con el proceso de este embarazo sería el primero—Le dije sincera y desesperada, de nuevo—Espere un momento, ¿Esto si se puede hacer?—Le pregunté al doctor.

—Es un caso muy extraño—Contestó dándose aires de grandeza—Llevará unas 2 o 3 semanas de embarazo, todavía no hay feto. Sería como una inseminación artificial, sólo que ya todo está hecho. Sólo sería extraerlo de ella y ponerlo en usted—Me explicó.

—¡Acepto! —Exclamé mientras ignoraba el martirio de Taylor—¿Cuándo podemos empezar con eso?

—No podemos esperar mucho, pero mañana a las 6am cuando tenga a todo mi equipo disponible estaría perfecto. Como sabe, el tiempo es oro—Me dijo el doctor.

—Sin más, nos vemos mañana. Igual, vengo acompañada y mi acompañante podrá darle todos mis datos mañana, así otra persona podrá llenar la planilla y menos tiempo se perderá—Le conté mientras buscaba la manera de despedirme formalmente.

—Espere un momento. ¿No hablará con su madre?—Preguntó sorprendido.

—No, no hablaré con ella. Y le pido un favor inmenso, Sr…—Miré su bata—No le cuente a mi madre lo que haremos, es capaz de cualquier cosa y está loca.

—Tú también—Me susurró Taylor y quería matarlo.

—Está en sus manos salvar la vida de su hermano. Eso sí, necesita a alguien mayor que se haga cargo de usted—Comentó el doc. y miré a Taylor.

—Mañana vendré con todo eso, ¿Estamos? Necesito pensar un como mejor las cosas—Suspiré.

—¡Es lo mejor que has dicho en toda la noche!—Exclamó el dramático de Taylor. Rodé los ojos.

—Hasta luego, Sr—

Salimos directo al auto y como era de esperarse Taylor no me dirigía la palabra. Condujo hasta mi casa y me cansé del incómodo silencio.

—¿Qué es lo que pasa contigo?—Le dije mientras tiraba la puerta del auto y por poco la pongo giratoria.

—¿Conmigo, Candy?—Me gritó Taylor mientras bajaba del auto—No eres virgen, quieres embarazarte y no le hablas a tu mamá—Me dijo mientras me corría para abrir la puerta, ya que de la desesperación yo no era capaz.

—Ah, ¿Es que sí crees que no soy virgen?—Le pregunté mientras lo empujaba para entrar a la casa e inmediatamente me dirigí a la cocina—¡Mi mamá lo quería matar, Taylor! Y la verdad, no quiero saber los motivos—Le dije mientras abría el refrigerador y sacaba una soda.

—¿Si eres virgen?—Preguntó asombrado y sentándose en la barra de desayuno bastante expectante. Le tiré una soda y la atrapó en el aire.

—De hecho, yo…

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