En ese momento llegó Marcelo, el hijo del Sr. Perotti, el
dueño.
–¿Qué pasa aquí Amber?–Preguntó mientras caminaba a mi lado
y me abrazaba. Sentí un cosquilleo inexplicable. Sin duda el chico me gustaba y parecía que yo
a él pero me hacía la estúpida, no
quería enredarme en el amor por ahora. –¿Cómo está la quinceañera que yo más
amo?–Me preguntó de una manera demasiado cariñosa, mi corazón estaba a punto de
caer en mis manos.
–Contenta ahora que
te veo a ti –Eso se me salió de golpe.
Ese era el momento en el que quería que la tierra se abriera
y me tragara, pero no se manifestaba.
–¿Qué fue lo que dijiste? –Dijo con demasiado entusiasmo y
el chico de la recepción empezó a apesadumbrarse por haberme hablado de esa manera.
–¿Quieres que lo repita?–Le dije apenada.
–Sé que no lo repetirás –Me contestó y luego volvió a
abrazarme y me susurró en el oído –¡Buon Compleanno!
En ese momento yo me quedé en modo ‘¿Qué mierda dijo?’ pero
traté de no demostrarlo tanto, él comenzó a reírse y el sonido de sus risas
hizo que las mariposas de mi pansa cobraran vida de nuevo.
–Este es el momento en el que me traduces lo que dijiste –Le
dije sonriendo, no sabía que había dicho, pero si sabía que estaba hablando en
italiano.
–¡Feliz Cumpleaños,
Reina mía!–Me tradujo y yo me orgasmeé en ese momento, por decirlo de alguna
manera.
–¡Muchísimas gracias, corazón!–Contesté contenta mientras le
daba un beso en la mejilla, el giró un poco la cara y resultamos dándonos un
beso que llaman ‘Media luna’ el famoso beso que se da en mitad de los
labios–Aunque yo sé que no dijiste “Reina mía”, sólo dijiste dos palabras Boun
o Buon algo–Le dije mientras reía.
–¿Por qué no has entrado con tu familia? Ellos te están
esperando–Me avisó mientras pasaba una de sus manos por mi cintura. Me sentía
extraña pero bien.
–El recepcionista no me ha dejado pasar porque no hay más
mesas disponibles y disque tampoco hay en el jardín, donde a mí me gusta–Le
conté mientras miraba amenazante al chico ese.
–Lo siento Sr. No sabía que ella era su novia, discúlpeme
por favor, tampoco sabía que estaba de cumpleaños. En verdad lo siento–Se
disculpó de todas las maneras que pudo el recepcionista.
Me quedé petrificada cuando el muchacho dijo “su novia”, en
realidad no lo era pero me gustó que lo dijera. Marcelo tampoco lo negó, pero
me miró confuso porque yo no lo hice.
–Luego hablaremos de eso–Contestó sin mirarlo y pasamos
hasta el jardín–¿Por qué no negaste que
no somos novios como siempre lo haces?–Me preguntó muy muy confuso.
–Me gustó como sonó–Contesté su pregunta–Además el chico me
habló mal y se está martirizando pensando que soy tu novia.
–¡Amber!–Gritó mamá desde la mesa. Mi vista recorrió
inmediatamente el lugar hasta que los ubiqué y todo estaba totalmente hermoso.
Marcelo me dio un empujoncito para que caminara hacía ellos y cuando había dado
como dos pasos ya había desaparecido hacía la oficina, ni siquiera me dio
tiempo de pronunciar su nombre.
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