domingo, 10 de febrero de 2013

Capítulo 3: Esperado beso.


-¿A dónde vas?-Preguntó mientras miraba mi bolso.

-Mamá quiere que cene con ella, así que tengo que estar en casa en menos de 20 minutos-Le dije-Le dices a Makena que siento no haberme despedido de ella.

-¿Y piensas irte sola? ¿Y caminando?-Preguntó incrédula.

-Claro que sí, Deborah-Le insistí.

-¡TAYLOR! ¡BAJA POR FAVOR!-Le gritó Deborah a su hijo.

-¿Qué pasa?-Preguntó mientras bajaba de las escaleras sacudiendo su cabeza para que el cabello se le viera desorganizado.

-¿Puedes ir a llevar a Candy a su casa? ¿O te vas ya?-Le preguntó Deborah mientras pasaba su mano por mi hombro.

-Claro ma, de ahí me voy para mi depto-Le dijo este mientras le daba un beso en la frente y salía por la puerta principal-Cady, te espero en el auto-Dijo sin mirarme.

Me provocaba perseguirlo y darle una buena golpiza, ¿Qué no podía mirarme mientras me hablaba?

-¡MAKENA, ME VOY!-Le grité mientras me paraba al lado de las escaleras.

-¿Por qué tan rápido?-Preguntó algo parecido a lo que me había preguntado su mamá.

-Mamá quiere cenar conmigo-Respondí mientras colocaba los ojos en blanco.

Ella bajó los escalones hasta llegar a mi lado y me susurró en el oído.

-Quiero saber que se siente tenerte de cuñada-Me picó un ojo.

-Callate Makena, por favor-Me sonrojé, ojalá Deborah no haya escuchado eso.

-Hasta luego Deborah, que descanse-Dije mientras le daba un beso en la mejilla y salí de la casa al auto de Taylor.

Cuando llegué a él, me senté en el asiento del copiloto y recogí mis piernas rodeándolas con mis brazos.

-¿Por qué dijiste que me querías?-Preguntó mientras empezaba la marcha.

-¿Por qué no me miras para hablarme?-Chillé enojada.

-Porque estoy conduciendo-Me dijo como si fuera muy obvio-¿Por qué dijiste que me querías?

-¿Por qué dijiste que si querías que te besara?-Le contraataqué.

-Sólo responde mi pregunta-Dijo aún sin mirarme y apretando el volante.

-Tú responde la mía-Volví a contraatacarle.

No sé porque razón siempre que nosotros hablamos chocamos, ¿Qué es lo que pasa?

Siento que estoy cansada y alterada con todo este rollo, pero, ¿Por qué rayos tengo que pelear con él? él no tiene la culpa de que mi mamá me haya hablado de esa manera, y tampoco tiene la culpa de que yo precisamente me haya enamorado de él.

-Bueno, si la tiene, por hermoso-Pensé en voz alta.

-¿Qué dijiste?-Me preguntó mientras cogía el camino más largo a mi casa.

-Que eres un pendejo por no responder mi pregunta-Le contesté sin mirarlo.

-Pues entonces aquí los dos somos pendejos porque tu no quieres responder la mía-Dijo aun mirando al frente y no me había echado ni una sola mirada a hurtadillas-¿Quieres ir a cenar? Así podré responder tu pregunta-Esta vez me habló amablemente.

-Lo siento-Dije mientras me acomodaba para mirarlo a la cara-Para eso voy a mi casa, mi mamá quiere cenar conmigo-Rodé los ojos-¿Por qué no me respondes ya?-Pregunté dulcemente.

-Porque tu no cenarás conmigo-Contestó.

-¡Demonios Taylor! Dije que no puedo, ¿Qué no entiendes? Si tanto quieres que yo vaya a cenar contigo, entonces invítame mañana, pero no me jodas con eso-Me enojé de nuevo.

-Entonces no te responderé tu pregunta hasta mañana-Dijo complacido.

-¡TAYLOR!-Casi le grité.

-¿Qué pasa?-Se hizo el inocente-Tu si me responderás mi pregunta hoy, ¿Verdad?-Dijo mientras parqueaba al lado de la acera, para que no tuviera que caminar mucho.

-Primero quiero que te jodas ¿Entiendes?-Dije mientras le mostraba mi dedo del medio. Este me tapó la mano y se me lanzó encima, fue el mejor beso de mi vida. Y eso que he besado a mucho, disfruté cada segundo de ese beso magnífico y tan esperado.

También fue uno de los besos más largos de mi vida, mientras me corría más hacía él me dio la sensación completa de morderle el labio y me di cuenta que si no lo hacía en ese momento no tendría oportunidad de volverlo a hacer.

Él se sintió excitado por lo que hice, y pasó una de sus manos hasta mi cintura, mientras que la acariciaba levemente yo puse mi mano en su pecho, era primera vez que lo tocaba de esa manera y me sentí desarrollada en ese momento.

Empezó a sonar mi celular.

-Puta madre-Dije mientras cogía mi bolso de nuevo, ya estaba en la tapicería del auto. Taylor se tensó.

-Adiós-Dije mientras abría la puerta.

-¿No te despides?-Preguntó mientras me jalaba de la mano y hacía que entrara el pie que ya tenía fuera.

-Claro-Dije sin hacerme la rogada. Me iba a dar otro beso pero mi celular volvió a sonar.

-Adiós-Dijo él mientras me daba un beso en la mejilla y yo salí del auto. Contesté la llamada y él no emprendió su marcha, se quedó allí como esperando que yo me fuera.

-Llamada telefónica-

-¿Diga?

-¿Candy?-Preguntó la voz chillona de mi mamá.

-Ya estoy en casa-Le dije con reproche.

-¿Puedes venir hasta el restaurant? No puedo ir por ti-Dijo como lamentándolo, ya esperaba yo eso.

-Primero, ¿Cómo voy a ir yo sola si no tengo auto?-Casi le grité enojada.

-Yo te llevo-Metió la cucharada Taylor.

-¿Taylor está contigo?-Me preguntó mamá confusa.

-Sí, él hizo el favor de traerme-Le expliqué con afán.

-Entonces, ¿Le dices que si te hace el favor de traerte hasta el restaurant Italy?-Preguntó mientras le susurraba cosas a otra persona.

-Adiós-Le colgué mientras volvía al auto.

-Fin llamada telefónica-

-¿A dónde quiere que te lleve tu mamá?-Preguntó mientras ponía el motor a rugir.

-Al restaurant Italy-Le contesté mientras volvía a enrollar mis piernas con mis brazos.

-¿Por qué te pusiste así?-Preguntó mientras me miraba de reojo-¿No te gustó que te besara?

-¿Cómo crees eso?-Le pregunté de repente-La verdad, me encantó. Desde hace mucho tiempo lo había esperado-Y también había esperado en ese momento callarme-Estoy así porque…estoy cansada de lo mismo-Dije mientras se me descomponía más el rostro.

-Yo no te beso todos los días-Dijo intentando sacarme sonrisitas.

-¡Por favor, Taylor! Deja de ser tan convencido por un momento en tu vida-Me quejé.

-¿Convencido yo?-Preguntó dolido.

-No, el pendejo de la esquina-Dije mientras le enseñaba mi dedo del medio.

-¿Qué es lo que pasa Candy?-Preguntó de nuevo al ver que no estaba de buen genio.

-Ya te dije, estoy cansada-Insistí escondiendo mi rostro entre mis piernas.

-¿Estás cansada de qué?-Especificó más su pregunta.

-No te lo contaré-Dije apenada-Es frustrante y humillante-Le conté mientras hundía más mi rostro.

-¿Qué es frustrante y humillante?-Siguió preguntando.

-Jamás lo contaré, y mucho menos a ti-Dije mientras bajaba mis piernas para poder bajarme bien, de forma decente del auto.

-¿Por qué no?-Pregunto mientras volvía a jalar de mi mano.

-Porque es frustrante y humillante-Le respondí mientras buscaba mi bolso sin ver con la otra mano-Gracias por traerme-Dije cuando ya lo encontré y me dispuse a salir del auto.

-¿Ya no te despides?-Pregunto picaron mientras jalaba un poco más de mi mano.

-Gracias por traerme y cuídate-Le insistí, este cogió mi rostro y me dio otro beso. ¿Cómo es posible que el tarado este me haga eso?

-Adiós, Candy-Dijo mientras me soltaba y miraba al frente-No se te olvide que para mañana tenemos una cita-Me picó un ojo.

-Nunca se me olvidaría-Rodé los ojos y salí del auto.

Vi como Taylor se desvanecía por la carretera, cuando ya no veía absolutamente nada me adentré al restaurant.

-Señorita, ¿Quiere una mesa individual? O ¿Quiere sentarse en la barra del bar?-Preguntó la recepcionista.

-No, gracias. ¿Rachel Bluewood no ha reservado nada?-Le pregunté mientras buscaba mi celular en el bolso.

-¿Usted es la otra persona que espera la Sr. Rachel?-Preguntó amablemente la recepcionista.

-Sí, soy yo. ¿Ella está con alguien más?-Le pregunté y luego me arrepentí, ¡Que imprudente!

-Sí Srta, venga la acompaño-Dijo la recepcionista mientras me mostraba el camino.

Caminé detrás de la chica guapa esa con la cabeza gacha, me hizo subir hasta el tercer piso del restaurant y cuando llegamos vi que sólo tenía una mesa, una chimenea y un balcón con una vista increíble.

-¿Me entrega su abrigo?-Preguntó el mesero mientras la recepcionista se despedía y se iba con un gesto educado.

-No, gracias. Me quedo con él-Le dije al mesero mientras lo miraba bien a la cara, sin que la mirada se desviara. Estaba en público y en un lugar tan decente y delicado como este no podía cometer mis torpezas calientes.

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