─¡Feliz
cumpleaños Am!─Casi
me gritó Victor entusiasmado mientras me colocaba en el escritorio del
pupitre una caja grande.
─No tenías porque...─Iba a empezar a decir.
─Shh, solo disfrútalo ─Dijo mientras me daba un abrazo y un beso en la mejilla.
─¿Disfruto?─Dije irónica.
─Disfruto
de tu ironía─Me dejó con la palabra en la boca y
fue a su puesto. Siempre tan Victor el muy puto. Seguí con la clase normal y al
final pensaba votar los regalos, pero sería MUY descortés y grosero.
Entonces mejor me quedé con las manos ocupadas el resto de día escolar y
también me fui con las manos ocupadas camino a casa.
Cuando llegué todo estaba completamente apagado, pensé que
cuando fuera a pisar las escaleras gritarían "¡Sorpresa!" pero no
había absolutamente nada. Una lágrima se me zafó mientras subía a mi cuarto y
dejaba los regalos en mi cama. Volví a bajar hasta la cocina y cuando iba
a abrir el refrigerador me dí cuenta que habían dejado un nota.
''Amber, te conocemos muy bien y sabemos que lo primero que
harás es buscar algo de tomar. Entonces te avizamos que te estamos
esperando en el restaurant que te gusta. Cámbiate, tómate tu limonada y llega
al restaurant.
Te amamos.
Tu familia''
Ahora me afligí de haber votado una lágrima ahorita. Saqué la
limonada y me la tomé mientras caminaba de nuevo a mi cuarto. Ya en mi cuarto
busqué algo para ponerme y opté por un jeans con rotos y una blusa de mangas
caídas con unas sandalias negras. No es que ame las sandalias pero se veían
lindas con el atuendo. Terminé la limonada y salí al restaurant que me gusta,
Piccola Italia, un gran restaurant italiano. Me encanta su forma tan elegante y
tan acogedora, soy amiga del hijo del dueño –Son italianos– y él me ha dicho
que así es Italia. Obvio ahora que escogí el viaje demás que conoceré Italia.
Cuando llegué en la recepción estaba un hombre que no
conocía y me paró de seco de una manera grosera, para mí.
–Srta. El restaurant ya está lleno, no hay más mesas aquí y
tampoco en el jardín de atrás–Me avisó muy groseramente.
–¿Quién te contrató a ti?–Le pregunté con irritación. Era
jodidamente irrespetuoso que alguien te hable así el día de tu cumpleaños y más
en la recepción de un restaurant, donde te deben de tatar con la mayor cortesía
posible.
–¿Eso le importa?–Me dijo aún más grosero.
–¡Soy alguien importante aquí para que tú me vengas a hablar
de esa manera!–Me alteré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario