sábado, 4 de mayo de 2013

Capítulo 9: Es tan difícil con Taylor.


—¿Desde cuando tienes eso ahí?—Preguntó alzando las cejas.

—Desde que quisiste evidenciarme que estabas en el partido—Contesté mientras miraba a mi alrededor y le daba brillo a mis ojos.

—¿Por qué esa foto?—Preguntó mientras me entregaba de nuevo el móvil. Lo guardé y volví a centrarme en él, sus ojos tenían un brillo diferente, pero era torpe para darme cuenta de algo salido de lo cotidiano.

—Porque amo tu expresión en esa foto—Contesté simple.

—Conque por eso es que no dejabas que cogiéramos tu móvil—Me ruboricé cuando lo escuché, y recogí unos cuantos yogurts.

—Exactamente por eso—Fui seca con mi respuesta y me limité a seguir caminando mientras sentía sus pasos detrás de mí.

—¿Me invitas a comer esta noche? —Su voz seductora me estaba haciendo mojar—Quiero contarte lo idiota que fui esta mañana—Paré de seco para meter las tortillas al carrito y lo miré a los ojos.

—Sé que eres un idiota—Le dije alzando una ceja.

—Lo sé, pero quiero contártelo de nuevo—Contestó mientras se mordía el labio inferior, tentándome.

—Llega a eso de las 7.30 pm, entonces—Rodé los ojos y seguí comprando cosas para surtir mi refrigerador, si tendría visita era lo mejor que podía hacer.

No compré vino, ni champagne, menos cerveza. Creo que todo eso está en mi casa, por si vuelve a darme un ataque de depresión. El resto de camino lo pasamos en silencio, sólo intercambiado pequeñas miradas flirtradoras. Deborah nos observaba por donde pasaba y Makena ni se daba por enterada de lo que sucedía de lo engatuzada que estaba con la sonrisa de Joseph. Sin más, todos nos encontramos en las cajas. Makena pasó todo lo que compró al carrito de su madre y Taylor se encogió de hombros al darse cuenta que sólo me había ayudado a mí con mis compras, para él no llevaba nada; con mayor razón, me sentí obligada a invitarle a cenar casi diario. Me puse en una caja diferente a la de Deborah y Taylor fue conmigo, sin importarle las miradas expectantes de Deborah y Makena, Joseph sólo se encogía de hombros pensando que había triunfado una vez más con un tipo lindo que me gustaba. Esta vez era diferente.

Taylor sacó su tarjeta de crédito para pagar mis compras y yo me adelanté a él.

—No te permitiré eso—Le susurré mientras le entregaba mi tarjeta de crédito a la cajera y ésta me miraba con cara de ‘¿Por qué no paga tu novio?’

—¿Tu madre no te ha cancelado las tarjetas? —Preguntó un Taylor sorprendido.

—No quiere ser peor madre de lo que ya es—Bufé mientras me encogía de hombros.

Nos encaminamos a esperar a Deborah y Makena y cuando ya todos estábamos juntos bajamos al parqueadero. Como supuse, en el auto de Deborah sobraba yo, más si ahora había un invitado como Joseph. Recogí todas mis bolsas y le ayudé a Makena a pasar las de ella y Deborah al asiento del copiloto, Makena no quería separarse se Joseph. Cuando vimos que el auto de Deborah desapareció, Taylor me ayudó con las bolsas para llevarlas hasta su auto. Las metió en la cajuela y siendo caballeroso me abrió la puerta del copiloto.

—Compraste muchos zapatos, ¿No? —Preguntó intentando poner tema de conversación.

—Deportivos esta vez—Le conté mientras me abrochaba el cinturón y lo admiraba al dar la vuelta.

—¿Por qué? ¿Dejarás los tacones? —Preguntó asombrado y un poco decepcionado. Hice una perfecta “O” con mis labios.

—¿No te gustan las zapatillas? —Pregunté decepcionada.

—Me gustas en tacones, en zapatillas también quedarás hermosa—Comentó sin mirarme. ¿Había escuchado lo que había oído? Me morí por dentro de la emoción y decidí estirarme para darle un beso en la mejilla.

—¿De vera?—Pregunté llena de emoción, pero luego me controlé—¿De quién es este auo?—Pregunté asombrada al darme cuenta que no era la misma tapicería.

—Kiowa se llevó el mío, ¿Recuerdas? —¿Cómo olvidarlo si con su llegada lo cagó todo?

—Entonces, ¿Este de quién es?—Le pregunté intentando olvidar la estúpida mañana que pasé.

—Mío—Mis ojos casi se salen de mis cuencas y él lo notó—Esto es por ser el hijo del mejor empresario de la ciudad.

—Ah, si—Dije sin aliento. Aquí van las rosas para los Lautner.

—¿Qué harás de cenar?—Me preguntó intentando cambiar de tema.

—¿Ah?—Pregunté confundida.

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—¿Te invité a cenar?—Le pregunté confundida.

—No lo recuerdo… Vámonos al capítulo anterior para recordarlo—Contestó sarcástico.
PD: Lo siento, hasta escribiendo me pongo sarcástica con esta puta depresión.-.
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—Sólo pregunto porque no presté mucha atención a tus compras. ¿Compraste mucha comida instantánea?—Me preguntó y lo sentí como insulto. ¿Creía que no sabía cocinar?

—¡¿Qué te pasa?!—Le contesté alterada—Cocino muy bien, para que lo vayas sabiendo—Le dije dándome aires de satisfacción—Para que veas que no miento, esta noche cenarás conmigo.

—¿Es una cita?—Preguntó con su magnífica sonrisa.

—Creo que si—Contesté apenada—Creo que así puedes contarme lo idiota que eres—Le dije escondiendo mis risas y él apretó el volante—¡Hey!—Exclamé mientras pasaba mi mano por su cuello—Es una broma, pero si quieres hablarlo no te lo impediré—Solté las risitas y él se recostó más en mi mano.

Me sentí genial, ¿Había hecho esto con cualquier otro hombre? Eso es increíble. Empecé a acariciar su cabello hasta que llegamos a casa y él se sentía muy a gusto. Tanto que no quería que nos bajáramos del auto.

—Creo que conozco poco de ti—Comentó mientras cogía mi mano de su cuello y empezaba a acariciarla, pasando la yema de sus dedos por toda la palma, haciéndome cosquillas y luego enterrándose mis uñas en sus grandes manos.

—Conoces lo suficiente y si quieres saber más, pregúntale a Makena—Le contesté como si nada, siendo muy indiferente. Pero me sentía en las nubes, por fin encerrados en el mismo auto sin discusiones.

—También tengo mis secretos, ¿Sabes? —¿Qué mierda?

Sacó su móvil y me llevó a los diferentes álbumes. Tenía un álbum con miles de mis fotos, estaban todas las que había publicado en whatsapp y otras que le había enviado por ¡message.

—¿Por qué todo esto?—Le pregunté sorprendida mientras miraba cada una de la fotos—¡Esta me gusta mucho!—Le dije mientras sonreía. Se quitó el cinturón y se acercó a mí para ver la foto.

—De hecho, esa es la que más me gusta—Aparecía dormida y rodeada de peluches, con mi carita de inocente.

Le di un beso en la mejilla y él me ayudó a bajar todas las bolsas y llevarlas hasta el living. Hicimos algunas carreras y como era de esperarse, yo perdí.

—Entonces… ya sabes que estás comprometido a las 7:30pm—Le dije mientras me pegaba a la puerta como toda una colegiala.

—Es una cita—Contestó sonriendo como todo un adolescente.

—¡CANDY!—Escuchamos el grito de mi madre y los dos nos sobresaltamos de lo inesperado que fue.

—¿Tu mamá?—Preguntó un Taylor sorprendido.

—Sí. De todas maneras, llega a las 7:30—Le dije apresurada y pegando unas palabras con otras—Es una cita—Le susurré mientras dejaba un beso en su mejilla.

Cerré la puerta rápidamente y le grité a mi madre furiosa mientras buscaba en toda la casa para encontrarla. Por fin la encontré en el baño del cuarto de huéspedes. Estaba tirada en el suelo y sangraba.

—¡MADRE!—Grité asustada mientras intentaba levantarla del suelo—¿Qué mierda has hecho?

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