-Ya compraremos otro. Sabes muy bien
que en eso no tenemos problema-Comento rodando los ojos.
¡Perfecto! ¡Qué buena solución!
El camino hacia la casa de papá fue
en silencio, me parecía un silencio incomodo pero no tenía como entablar una
conversación. Solo dejé que mi mente vagara para que encontrara en algún lugar
de mi cabeza algo que decir. Traté de buscar hasta en la inconciencia y
obviamente hasta allí llegué.
No soñé nada, me sentí mal por ello.
Quería soñar algo hermoso con ese hombre que tenía a mi lado conduciendo, o eso
pensaba yo.
Mientras abría mis ojos me encontraba
en un lugar diferente…Muy conocido, pero diferente…Algo organizado para ser mío
y no era el auto.
Pestañee varias veces para ver si me
acostumbraba a la luz que entraba y también si sería capaz de ubicarme en el
lugar en donde estaba. Mientras intentaba hacer varias cosas me di cuenta que
estaba en mi habitación. Pero no era mi habitación de N.Y y tampoco era mi
habitación del depto. era la habitación de la casa de mi padre. ¿Cómo llegué
aquí? Mi cabello estaba todo alborotado como si me hubiera dormido desde hace
mucho tiempo y siempre hubiera estado allí. Pero miré el ventanal y todavía
hacia sol…Bueno, demasiado sol.
Me levanté y caminé hasta el espejo.
Me asuste y pegue un grito ahogado, tenía la misma ropa que tenía la última vez
que este fue mi hogar y el cabello estaba igual de desorganizado como aquel día
¿Todo había sido un sueño?
-¡¿PA?!-Grite, esta vez más audible.
-¡¿QUÉ PASÓ?!-Me gritó de vuelta y se
me heló la piel con solo escucharlo ¿Todo eso que creí haber vivido fue un puto
sueño?
¡Esto no puede ser cierto!
Traté de que mi cabello volviera a su
normalidad, cuando conseguí algo parecido a un cabello ondulado y un poco
esponjado, salí de mi cuarto. Después de mi cuarto seguía la habitación de
Stepha, la abrí sin importar si estuviera o no.
Ella no estaba, eso hizo que me
relajara un poco. Su cuarto estaba totalmente impecable, mucho más de lo
normal. Seguí escalones abajo y justo cuando iba en el tercer escalón sonó el
teléfono como la última vez.
¡MALDICION! ¡¿ESTA ES UNA PUTA CLASE
DE DEJA VU?!
No quise contestar y dejé que el
teléfono siguiera sonando. No sonó por mucho tiempo. Creo que mi papá contestó.
Caminé hasta la cocina y papá no estaba allí, seguí hasta el pasillo que daba a
una de las pequeñas salas de estar pero tampoco estaba allí. Caminé hasta el
living y lo vi allí tendido en el sillón grande colgando el teléfono.
Suspiré aliviada.
-Hola papi-Hablé como beba. Cuando no
lo veía tan seguido me consentía mucho y yo me volvía más mimada de lo que era.
-Mi pequeña ¿Cómo amaneciste?-¿Cómo
amanecí? ¿Qué mierda estaba pasando aquí?
-¿Amanecí?-Le pregunté confusa.
-Llegaste dormida, te perdiste hasta
el almuerzo-Rodó los ojos.
Dijo que había llegado dormida. Así que
no es del todo Deja Vu ¿O sí?
-¿Quién era en el teléfono?-Le
pregunté.
-¿Ya fuiste a ver a Taylor?-Esas
palabras hicieron que pegara un suspiro aún más grande de alivio. No fue un
sueño ni un Deja Vu
-¿Dónde está?-Le pregunté mientras me
paraba de sus piernas.
-Le dije que podía estar
tranquilamente en mi oficina, lo estaban llamando mucho del trabajo y
necesitaba revisar su mail y otras cosas más. Seguro allá lo encontraras-Había
dado mucha información, yo no era novia celosa que necesitaba saber la hora, el
lugar, el momento y con quién estaba.
-Gracias-Le di un beso en la frente y
caminé a la oficina.
Mientras caminaba a la oficina de
papá me organicé un poco más el cabello.
Por poco y me parecía a un león. Pasé el umbral y allí estaba ese ángel
con sus manos teniendo su mentón con una cara muy seria. Pero apenas me vio me
enseñó una sonrisa deslumbradora. Mis ojos brillaron más de lo normal y
respondí a su sonrisa aunque no lo hice como la suya. Nadie era capaz de
hacerla como la de él. Me había dejado completamente sin aliento.
-¿Ese brillo en los ojos por qué?-Preguntó
mientras se corría en la silla haciendo ademan de que me sentara.
-Porque vi al mejor hombre del
mundo-Caminé hasta llegar a su lugar y me senté sobre él mientras me recostaba
en su regazo.
-¿Soñaste conmigo?
-Todos los días lo hago-Mentí, no recordaba
que había soñado. Pero de seguro si había sido con él.
-Parecías muerta cuando
llegamos-Empezó a sonreír, pero su sonrisa era burlona.
-¿Por qué lo dices?-No era capaz de
irritarme con él.
-Porque por más que te llamara no
respondías, a mis besos más o menos y me tocó llevarte cargada hasta tu cuarto.
Apenas te recosté te tapaste con las almohadas la cara y ni te medio
despertaste-Contenía su risa, no sabía que le encontraba de gracioso-Tu papá te
llamó para que bajaras a almorzar y ni te moviste.
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