domingo, 14 de julio de 2013

Capítulo 12: Cambio de vida.


Pequeños pero irritantes espasmos recorrían mi entrepierna y sabía que eso se debía al dolor tan placentero que sentí en aquél momento. Empecé a abrir mis ojos lentamente y ¡Toma ya! Estaba encima de un Taylor dormido y protector. No recuerdo cuando fuimos por una manta o cómo llegó ésta a nosotros, pero estábamos totalmente de una manta roja pasión. ¡Qué está perfecta para la ocasión!

Sintiendo su pasiva respiración en mi cabello sé que no fui la única que se sintió en otro mundo, sé que escogí a la mejor persona para descubrir tal mundo de placer y deseo… tan… excitante. Sin querer moví mi pelvis y me di cuenta que todavía estaba ensartada en él, su pene estaba dentro de mí y yo no lo había sentido.

Taylor pasó sus dedos por mi espalda y maldije en mi interior por haberme movido—¿Estás bien?—Sentía su sonrisa.

—Estoy perfecta—Respondí mientras besaba su pecho y sus dedos seguían acariciando mi espalda—¿Estuve bien?—Pregunté curiosa mientras sentía que su órgano se endurecía. ¡Vaya, vaya! Mis pezones se endurecieron al compás de su pene y sentía cómo me dilataba cada vez más mi vagina.

—Estuviste perfecta, preciosa—Susurró mientras luchaba conmigo misma por no remover mis caderas y sentir más profundidad—¿Te ha gustado? —

—¡Joder! Eso ha sido maravilloso, pero, quisiera saber…—No me sentía capaz de terminar mi oración, sentía vergüenza, mi excitación es notoria.

—Quieres saber…—Me alentó a seguir.

—¿Sangré?—Sentía mi rostro caliente de la vergüenza—Sabes que no quise mirar para no alarmarme, pero si me gustaría saberlo—Taylor soltó risitas.

—No, no sangraste, cielo. No quería lastimarte—¡Por favor! No puede arrepentirse en este momento. Si me cabrea, será muy mala jugada de su parte.

Suspiro—Fue la mejor noche de mi vida, evadiendo la situación para haber llegado a esto—Murmuro mientras hago fuerza con la pelvis para hundirme más en él.

—Créeme que la mía también. Eres tan exquisita que quiero más de ti—Susurra en mi oído haciendo que una corriente eléctrica pase por mi espina dorsal y me encorve hasta que su pene roza mi útero. ¡Qué juguete tiene! Llené su rostro de besos y pasé lentamente hasta sus labios olvidándome de mi sensual e inevitable movimiento de pelvis, mordisqueé su labio inferior mientras succionaba suavemente. Jadeante devoraba mis labios mientras posaba sus manos en mi cintura, siguiendo el movimiento de mi pelvis y con un fuerte gruñido me embistió hasta que sus pelotas chocaron contra mis nalgas. Grité de placer y fui a su encuentro pidiéndole más.

Una embestida, dos, tres… diez, once… treinta. Mi cuerpo se arqueaba de placer y de tantos jadeos y gritos no me sentía capaz de buscar sus labios, pero los necesitaba con desesperación. Pude sentirlos besando mis hombros, mis senos hasta que llegó a mi pezón y lo apretó con sus labios logrando que mi garganta se secara y se los enseñara aún más, hizo el mismo movimiento con el otro y mi jadeo lo incitó a una fuerte embestida que me hizo trizas y sentí aquello que anhelaba desde ayer. Espasmos de placer recorrían mi espalda y poco a poco iba cayendo encima de Taylor. Mi loco amor jadeaba satisfecho y supe que obtuvimos el orgasmo al mismo tiempo.

Mientras nuestras respiraciones volvían a la normalidad sentí la presencia de nuestros flujos chorreando por mi sexo empalado. ¿No hubo condón? Me alarmé en décimas de segundos, ¿Qué coño había hecho? Siempre he dicho que la protección ante todo. Espera. ¡Seré idiota! Tendré un bebé en mi vientre en las próximas… levanto mi cabeza por encima del pecho de Taylor y veo que son las 4:40am.

—¡Joder!—Me levanto como un resorte y pego un grito de dolor mientras me inclino para retenerme las piernas como si estuvieran a punto de desprenderse.

—¡Oh, mierda! ¿Te he hecho daño?—Preguntó un Taylor alarmado mientras se paraba y me cogía de la cintura, ayudándome a enderezarme lentamente.

—Duele horrores—Me mofo mientras escondo mi rostro en su pecho. Taylor ríe.

—Creo que me dejé llevar mucho por la excitación y olvidé que apenas empiezas tu actividad sexual—Murmura mientras caminamos al cuarto de baño más cercano. Creo que sería mejor decir camina, porque él carga todo mi peso en sus pies.

—Pero, me ha gustado—Suspiro mientras le ayudo a abrir la puerta—Está tarde, ¿sabes? Tengo miedo—

—Espera, espera, espera. ¿Escuché bien? —¡Qué le den! No estoy para su sarcasmo.

Me bajo de sus pies y entro a la ducha seguida por él. ¡Ay mierda! Estoy desnuda y él también. Vergüenza. Vergüenza. Vergüenza.

—No te pongas así—Me pide Taylor—Eres hermosa y para estar tan niña sabes muy bien cómo moverte en la intimidad—Me da un beso juguetón en la punta de la nariz y yo le pego un codazo.

—¡Dale con lo de niña!—Exclamo frustrada mientras abro el grifo y el agua tibia cae encima de nosotros.

Taylor me abraza.
—¿Tienes miedo?—Pregunta con aquella voz melodiosa y consentidora.

—Si—Susurro mientras me acurruco más en sus brazos—¿Y si me duele?—Pregunté mientas me empezaban a temblar las piernas.

Taylor ríe—Después de que mi pene haya llegado a tu útero, no creo que te duela nada—Murmura mientras empieza a darme besos en el cuello.

—¿Te he despertado la fiebre sexual?—Susurro mientras siento su erección de nuevo.

—Siempre ha estado, sólo que por fin se ha cumplido—Encierra mis labios en un cálido beso. ¡Mierda! Me estoy mojando y no es precisamente por el agua.

—Seguro que tus amigas de universidad te han dado más diversión que yo—Wait, wait, wait. ¿Qué acabo de decir? Taylor para sus labios insistentes.

—¿Celosa?—Pregunta sorprendido.

—¿He dicho lo que dije?—Abro los ojos como si hubiera visto al mismísimo depredador—Creo que le echaré la culpa a los nervios—Murmuro mientras me giro y me embarro en jabón líquido.

—Estás celosa—Confirmó mientras besaba mi cuello y posaba sus manos en las mías y enjabonaba en abdomen junto con los grandes seños. De repente, recordé que lo que me había dicho el día anterior y mis ojos amenazaron con llenarse de lágrimas.

—Taylor—Murmuro con la voz quebrada y él se preocupa, deja mi cuello en paz.

—¿Qué pasa, cielo?—Pregunte lo más alarmado que lo he podido escuchar.

—Si lo harás con otras mujeres… Por favor, por lo que más quieras en este mundo firma los papeles que le dije al doc ayer que firmarías, ¿Si? Sólo necesito eso, luego veré como me las apaño. Pero hazme el favor completo y el daño no será tan grave, seré capaz de superarlo y segurito gente nueva llegará a mi vida. Pero firma esos jodidos papeles, te prometo que no te comprometeré en nada por eso. Sólo harás el papel como su fueras un donante, no tendrás nada que ver con esto—No pude seguir hablando como idiota porque ya tenía lágrimas en los ojos. Taylor me miró desconcertado.

—¿Es enserio lo que me estás pidiendo, Candy?—Pregunta con sus ojos salidos de órbitas.

—Creo que no es mucho, ¿O sí?—Alcanzo a decir mientras me limpio las lágrimas y él me obliga a mirarle.

—¿Por qué piensas que te dejaré por otras mujeres?—Pregunta un Taylor con ojos tiernos, abrazadores.

—¿Cómo que por qué, Taylor? ¡¿Cómo que por qué?!—Digo alterada—Pues porque no puedo darte todo lo que te dan tus amigas de universidad. No puedo entrar a una discoteca siendo menor de edad, aunque no lo parezca, no estoy en la universidad ¡Apenas hago mi primer año de preparatoria! Y como si fuera poco, quedaré embarazada. ¿Qué pensará tu familia?—Murmuro ya apagada—¿Qué dirá Deborah? Está bien que yo haya decidido parar mis estudios por mi futuro bebé, porque será MIO, pero no te engancharé a eso, debes seguir con tu vida y no debo amarrarte… solo… no me siento capaz de hacerlo, me odiaría el resto de mi vida. Tienes mucho que vivir y muchas locuras que hacer en cada bloque de la universidad—Cosa que yo he hecho con uno que otro amigo, pero que nunca ha llegado a extremos.

—¿Te estás escuchando?—Preguntó un Taylor mortificado.

—Estoy consciente de lo que estoy diciendo—Intento dejar de mirar sus avellanos ojos.

—¡Por favor! ¿Crees que te dejaría hacer toda esta locura sola?—Murmura obligándome de nuevo a mirarlo—Sé que puedes darme lo que me dan mis amigas de universidad y mucho más, ¡Eres increíble, Candy! No me importa que no te dejen entrar a discotecas, ¡Pues entonces la pasaremos de vicio en mi departamento! Si, sé que apenas haces tu primer año de preparatoria, y me lo he cuestionado todo el tiempo, me gustas así estúpidamente horrible, pero tu jodida edad no me dejaba actuar, estaba bloqueado. Pero, tu mismita con todo lo que haces y con tus actos que te nacen del corazón me has demostrado que he sido un completo imbécil todo este tiempo y no me permitiré seguirlo siendo—Hace un pausa y lloro como si fuera una declaración de amor. ¡Espera ahí! Lo es, joder—¿De repente te preocupa lo que piense mi familia? ¿Estás enferma?—Me toca la frente, ¡Qué le den! —¿Por qué debe importarme? Yo te seguí en esta locura, de hecho, YO fui quien la empecé, entonces, ¡Juguemos los dos! Pues, todo eso que tengo por vivir lo viviré contigo, no seas tonta, luego puedes volver a tomar la preparatoria y yo no dejaré la universidad o cuando sea necesario podré tomar las clases virtuales, a todo lo encontraremos solución, Candy. No te cierres tanto. Además, ¿Ese bebé tuyo, también puede ser bebé mío?—Pregunta con su voz melodiosa y haciéndome estallar en llanto mientras lo abrazo para nunca soltarlo y asiento con la cabeza.

Fue un gran momento, un gran baño, un gran sexo y muchos besos. Después de media hora ya estábamos en el hospital y me enviaron con el doctor de lentes graciosos que me habló ayer. Taylor y yo le dimos mis datos y cuando vi a mi madre inconsciente en una camilla conectada a miles de aparatos y me pidieron que me quitara la ropa y me pusiera la bata, Taylor me dio un apretón dándome fuerzas y un beso en la mejilla, mientras acompañaba a una enfermera fuera de la habitación. La camilla al lado de mi madre estaba vacía y supuse que ahí estaría yo con las piernas abiertas.

Como me pidieron, fui a ponerme la bata y luego seguí las instrucciones tal cual me pedían las enfermeras hasta que llegó el doctor y mis nervios se cobraron vida propia. El doctor me pidió que me recostara en la camilla y se puso sus guantes de látex. Los ratones se comieron mi lengua y aquel doctor junto con las enfermeras comenzaron a hacer su trabajo mientras escarbaba dentro de mí. Estaba incómoda y el doctor estaba demasiado concentrado en lo que hacía, no quería distraerlo, este es un gran paso en mi vida. Pero entonces, me quedé dormida o me desmayé de los nervios y desespero. ¡Qué me den!

Sentía un mal sabor en mi garganta y mi estómago se contraía, ¡No quiero! Pero entonces ya estaba vomitando al lado de la cama. Cuando pude dejar de hacerlo y las lágrimas empezaron a rodar por mis ojos me di cuenta que estaba en otra habitación, era espaciosa y rosa, un sofá estaba en todo el fondo y tenía un tv enfrente de mí ¡Genial! La puerta se abrió y entra un Taylor emocionado.

—¡Mierda! No mires—Le pido alarmada, pero su mirada va directo al suelo y al ver el desastre que hice corre por una enfermera—¡Idiota!—Susurro mientras rodo los ojos y vuelvo a caer dormida como si me hubieran dopado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario