lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo 11: También le gusto.


¿Tú qué, Candy. Tú qué?—Dijo con su tono de “no estoy para juegos tuyos” y abría la soda.

—¿Será que puedes dejarme hablar o seguirás de pendejo?—Le pregunté alterada. Acabo de cometer una locura enorme.

—¿Pendejo? ¡Claro! Ahora yo soy el pendejo—Exclamó levantando las manos y golpeando la mesa como si fuera el sufrido de la historia.

—Sí, si eres el pendejo. ¿O no recuerdas lo que pasó ayer?—Le pregunté y por su reacción sé que no era el momento para hablar del tema.

—Candy... —Susurró como si fuera un martirio recordar eso.

—No fue mi intensión—Contesté mientras me acercaba a él.

—Nunca es tu intensión—Murmuró esquivándome.

—¿Vas a seguir así, Taylor Daniel?—Le pregunté mientras daba la vuelta para recostarme en sus piernas.

—La cagas seguido, Candy—Contestó mientras empezaba a juguetear con mi cabello.

—No más que tu—Ataqué mientras le daba un sorbo a mi soda.

—Lo que hice contigo es poco comparado con lo que hiciste hoy—Repuso mientras sentía como se encogía de hombros.

—¿Lo que hiciste tú?—Le pregunté con picardía.

—Ya sabes, lo de besarte y dormir contigo—Contestó nervioso.

Me eché a reír—Eso suena bien comprometedor —

—Candy…—Volvió a susurrar mientras respiraba en mi cabello y ponía sus manos el alrededor de mi cintura, dándome un abrazo.

—¿Qué hice?—Murmuré mientras rodaba los ojos. Sus “Candy” en el aire era regaño fijo, no lo dudo.

—¿En serio no conservas tu virtud?—Me preguntó con un hilo de voz, como si fuese algo demasiado grave.

—¿Tú qué crees?—Le pregunté mientras me zafaba de él y lo miraba directamente a los ojos.

—Puedo creer muchas cosas, Candy—Murmuró sincero.

—Pues sí. Todavía soy virgen, pero no podía decirle eso al doctor, entonces no podría salvarle la vida a lo que pronto será mío—Susurré mientras jugaba con los botones de su camisa.

—Entonces, ¿Cómo le harás mañana con lo del…?—No era capaz de terminar.

—Lo de “mi embarazo” pues creo que eso lo podemos solucionar ya, ¿No crees?—Le pregunté mientras jugueteaba con mis tacones.

—¿Solucionarlo?—Preguntó asombrado como si no estuviera seguro de lo que yo había dicho.

—Creo que eso fue lo que dije—

—¿Te me estás insinuando?—Preguntó más asombrado que antes.

—Taylor, por favor no empieces—Dije mientras tiraba un zapato al living y éste quebraba un jarrón.

—Es lo que estás haciendo, ¿No?—Dijo mientras me estrujaba e iba a recoger los vidrios, teniendo cuidado en no cortarse.

—Esto es difícil para mí, Taylor. Lo sabes perfectamente y no puedes hacerte el pendejo—

Le llevé una bolsa para que pusiera los vidrios y de torpe me corté la mano—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!—Chupé la sangre como una vampiresa intentando que estancara y Taylor se mordió el labio—Tengo 14 años y mañana tendré un bebé en mi pansa, justamente un día antes debo hacer una declaración completa para ser apta para el bebé, ¿Crees que eso no es duro?

—Candy, tienes 14 años—Contestó como si no me hubiera escuchado.

—¿Tiene eso algo malo?—Le pregunté mientras tiraba la bolsa a la basura y daba un sorbo de soda.

—¿Aparte de que eres menor de edad? No, no tiene nada malo—

¿Podría odiarlo un poco más?

—¡Por favor, Taylor!—Casi le supliqué—No me hagas esto, no a mí ¿Si? Es difícil y lo sabes. Pero, ¿No te parece que eres la persona correcta?...

No me dejó terminar—Absolutamente no. ¡Nunca seré la correcta!

—¿Tan poca fe te tienes?—Le pregunté mientras me acercaba a él y me sentaba en el sofá al lado suyo, obligándole a girarse para quedar cara a cara—Me has gustado desde mucho. ¿Recuerdas cuando apenas me dirigías la palabra? Era tan triste, pero soportable ¿Eh? Amo a tu hermana con todo mi ser y sé que eso te dará a pensar que soy igual de infantil que ella, pero, ¿Por qué nunca te dejaste conocerme?, ¿Por qué le dabas golpes tan fuertes a mi edad?, ¿Por qué ahora? ¿Por qué no me dejabas ser yo misma cuando estabas con tu hermana?...

—¡Hey! Son muchas preguntas—Dijo mientras me cogía de las manos—¿Te me estás declarando?—Preguntó haciéndose el gracioso y como era de esperarse, rodé los ojos—Es bonito ¿Eh?—Murmuró mientras reía suavemente—Simplemente, eres menor de edad. No quiero hacer lo que hacen mis amigos de universidad. ¿Quieres que juegue contigo? No quiero ser igual a ellos… sólo no quiero. Y tu belleza junto con toda tu intelectualidad me llevarán a eso, a repetir la historia y… simplemente… es difícil… yo… no quiero—Posé mi dedo en sus labios.

—¿Quieres decir que eres igual a ellos? Solo quiere llegar, quitarme la virtud e ir a presumir que lo hiciste ¿Eso es lo que quieres, Taylor?—Debía estar bromeando—¡Por el amor de Dios! Pensé que eras diferente… Taylor, ¡YO te creía diferente! Pero ¡Mierda! Eres totalmente igual a los demás, ¿Cómo pude enamorarme de ti? ¿Cómo pude creer que eras la persona que hacía terremotos en mi mundo? ¿Cómo pudo gustarme alguien como los demás? ¡Me das asco, Taylor Lautner!—Las lágrimas rodaban por mis mejillas, ¿En serio era como los demás?

Me levanté del sofá y caminé sin mucha prisa hasta mi habitación para luego llegar y tumbarme en mi cama, intentando esconder las lágrimas sin éxito alguno. ¡Qué vida la que me tocó! ¿Qué haré mañana? ¿Quién será el adulto que se encargará de mí y el bebé? ¿Usaré el consolador de mamá para estar apta mañana?

Consolador. Consolador. Consolador.

Empecé a llorar descontroladamente y luego sentí esos decepcionantes brazos que me envolvían.

—¿Quisieras soltarme?—Le pedí amablemente mientras me sorbía la nariz.

—No, no quiero—Contestó mientras me apretaba aún más fuerte.

—Lo haces todo tan difícil, quisiera que te fueras—Susurré.

—¿Eso es lo que quieres?—Preguntó dolido.

—Sí, Taylor. Quiero eso—Sin decir más. Se levantó de la cama y empezó a caminar a la salida, yo lo acompañé hasta la puerta limpiándome las mejillas e imaginándome qué tan regado estaría mi rímel.

Taylor salió sin mirar atrás y yo me quedé ahí parada como una estúpida, dejando que más lágrimas rodaran por mis mejillas.

—¿Sabes qué? Ya no seré el idiota que huye mientras hiere los sentimientos de la chica que le gusta más que dormir hasta tarde e ir de fiesta los viernes en la noche—Su tono era tan seguro que me asustó y segundos después estaba en sus brazos besándolo con pasión.

—¿Te gusto más que dormir hasta tarde?—Murmuré en sus labios mientras me pegaba más a él.

—Realmente sí. Sé disimularlo—

—Pareces idiota—

—Parece que es la única palabra que sabes decirme—

—También sé decirte que te quiero—Contesté mientras lo besaba de nuevo y la ropa empezaba a estorbarnos.

—Eso suena hermoso—Murmuró en mis labios.

Empezó a acariciar mi cintura mientras subía mi blusa lentamente, como con disimulo y yo, por mi lado, comencé a quitar cada botón mientras pasaba la yema de mis dedos por su pecho descubierto. Le ayudé a Taylor sacándome la blusa y este sin mucho esfuerzo quitó mi sostén. Al parecer, lo había hecho muchas veces ¿Debo sorprenderme? Con mucha lentitud mientras reducía el ritmo del beso y todo cada vez se hacía más despacio, Taylor subió sus manos hasta mis pechos mientras los moldeaba con sus manos y sentí una corriente por toda mi columna vertebral.

Dejó de besar mis labios para formar un camino en mi cuello y lentamente fue bajando hasta llegar a mis enormes pechos, sentí una sensación indescriptible, como si hubiera tocado el cielo y bajara con una estrella de pulsera. Lujuriosa reclamé sus labios y sin pensarlo dos veces empecé a imitar su camino de besos hasta llegar a su pantalón, lo desabotoné con los dientes y Taylor abrió sus ojos como platos. Bajé el cierre y con los dientes bajé hasta donde pude el resorte del bóxer y al aire sólo quedó la punta de su órgano. Desde la parte baja de su jean pasé mi lengua hasta llegar a la punta de su pene y besarlo castamente. Cuando me levanté le regalé mi sonrisa de diablura y con unos pequeños movimientos de manos él me ayudó a quitarle el pantalón junto con los bóxer mientras quitaba mi poca ropa.

Antes de que pudiera reaccionar Taylor lamió mi sexo lubricándolo y yo pegué un brinquito mientras me encorvaba dándole la bienvenida hasta que paró y se posó encima de mí.

—Esto dolerá un poco—Murmuró mientras llenaba mi rostro de besos—¿Quieres tomar el control?

—No, quiero que lo hagas tu a tu manera y me sorprendas—Susurré mientras buscaba sus labios—Has que duela menos—Fue lo último que dije después de sentir aquél dolor punzante en mi sexo mientras el órgano de Taylor intentaba entrar hasta en fondo de mi ser.

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